ESCRIBIR UN DIARIO NOS AYUDA A OLVIDAR LA ILUSIÓN DE TENER UNA VIDA PRIVADA
(ricardo piglia)

HAGO MI FICCIÓN PARA QUE SEA CIERTA
(pentti saarikoski)

miércoles, 31 de marzo de 2010

EN CONSTRUCCIÓN

I
Domingo por la mañana,
despertamos en un lugar
del que no queremos marchar,
al que no sabríamos volver.
Sin un espacio propio, hacemos
del ahora todo lo que siempre
tuvimos entre nuestras manos.
Unos ojos distintos que nos
observan, desde quicio de la puerta
en una despedida forzada,
hasta que en un quizá se vuelvan
a cruzar nuestras miradas
y todo vuelva a ser el ahora
que ya es ayer.


II
Pedazos rotos de vidas pasadas
permanecen olvidados en las viejas
estanterías llenas de polvo de
nuestra frágil memoria, hasta que
una inesperada fotografía aparece,
por un casual error de clickeo,
y la imagen rota se recompone
mostrando que el paso del tiempo
no es más que olvido.
Sobrevivimos ignorados entre
gentes y situaciones que nunca vivimos
en la memoria de los demás,
y ellos, en nosotros, van haciendo hueco
a lo que va llegando, a lo que pasando
va iluminando nuestras penas.


III
En un viaje de ida sin regreso voy
a donde me conducen los sueños,
en un no siempre suave transcurrir
del paso del tiempo. Algunas veces
es tormenta, la confusa insistencia
de las obligaciones que siempre
golpean ahí donde más duele. Otras,
un tranquilo devenir, lento y armonioso,
de lo soñado. Lo bueno y lo malo,
se muestran confusos, entrelazados,
unidos entre todo lo demás, mostrando
la posibilidad de lo que está por suceder...



IV
El breve mundo en el que nos sucedemos,
está sujeto al fino hilo con el que atamos
los recuerdos a nuestra memoria. Nada más
que pedirle a las palabras. El resto fluye frágil
en el viento, acariciándonos suavemente el rostro.
Siempre de paso, siempre por suceder
en un nuevo acontecimiento, sin permanecer
en más inviernos de corazones fríos, siguiendo
entre verso y verso, a estas palabras,
que ya no son mías sino del poema, migrando
con él a una nueva primavera.



V
Los días grises pasan lentos sumidos
en la acumulación de un pasado que,
mostrándose confuso, avanza al tempo
impuesto por las circunstancias, por esa
extraña climatología de los recuerdos.
Hay recuerdos que queman, recuerdos
vivos como un dolor de muelas, esos
ojos verdes que no se olvidan.
Otros son los recuerdos que hielan,
el filo de una cortante mirada que se clava
en lo más profundo del alma, la injusticia
de los que todo lo tienen excepto la humilde
elegancia de un vagabundo borracho que
cantando nos pide un puñado de monedas.
Y entre el frío invierno y el verano por llegar,
la suave ascensión de la primavera,
donde dejar a un lado la melancolía.