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sábado, 25 de diciembre de 2010

AUTOBúSES DE LíNEA PRIVADOS

Con mas pena que otra cosa al final me decidí a irme de Hampi. La tardanza en decidirme hizo que mis opciones fueran escasas, ya que, a una incomprensible necesidad de salir, hay que sumarle que a primeros de enero tengo que estar en Delhi para ir a recoger a una buena amiga que se viene unos días a India. Con todo decidí que lo mejor era acercarme hasta la capital lo más posible, por lo que ahora me encuentro otra vez en el Rajastan. Estoy en Udaipur, la Venecia de oriente la llaman, pero este post -que palabra mas fea que insisto en usar- no es para hablar de la ciudad. Aquí hablare de lo que me ha costado llegar hasta aquí.

Como estamos en navidades no ha sido posible encontrar un billete que me trajese directamente en tren hasta esta ciudad. Las únicas opciones que me quedaban era seguir por el sur y luego cogerme un avión hasta Delhi para estar en las fechas que necesitaba estar o coger una serie de autobuses, privados y locales, para llegar hasta donde ahora me encuentro. La primera opción quedo rechaza rápidamente por cara. Unas nueve mil rupias me hubiese costado todo. Si pensamos en euros no hubiese sido tanto, unos 150 euros. Pero, después de casi dos meses de viaje ya solo puedo pensar en rupias. Me permito lujos, pero no tan elevados. Así que decidí cogerme un autobús local y tres privados para llegar hasta donde me encuentro. Un total de 2000 rupias.

El primero me llevo de Hampi a Hospet. Poco menos de una hora de trayecto por 15 rupias en uno de esos maravillosos autobuses destartalados. Hospet es una pequeña ciudad que poco tiene que ofrecer sino vas buscando el caos y el ruido que caracterizan a los lugares de paso en la India. Allí me cogí el primer bus privado. Estos autobuses se caracterizan por haber asientos de dos clases: los sleeper y el semi-sleeper. La primera clase es una cama y la segunda un asiento reclinable como la poltrona -no se si esta es la palabra adecuada, la verdad, pero queda bien- de un dentista. Por supuesto que cogí la clase mas barata. Este bus me llevo en 14 horas hasta las afueras de Mumbai, donde, envuelto en una manta para salvarme del frío, malamente pude dormir.

A Mumbai llegue sobre las nueve de la mañana. Lo primero que hice fue desayunar. Luego intente dejar la mochila en algún lado para darme una vuelta, pero nadie se quiso hacerse responsable de lo que pudieses sucederle a mis cosas. El detalle es que las líneas privadas no tienen estación, por lo que no existe consigna alguna. Los autobuses para en algún lugar improvisado que hace las funciones de estación. En este caso la estación fantasma se encontraba debajo del puente de una autovía. Por suerte cercano al lugar había un parque nacional donde pase ocho horas esperando el siguiente autobús. Aunque también hay que sumarle las otras cuatro horas que pase en un restaurante una vez que se hizo de noche y cerraron el parque.

Tras un total de doce horas de espera por fin salio mi autobús destino Ahmebadad, o algo así. Otro semi-sleeper esta vez sin frío. Lo mejor de este tercer autobús es que a mitad de noche cuando por fin me había conseguido quedar dormido se estropeo en mitad de la carretera y tuvimos que cambiarnos a otro que tenia el cierre de las ventanas roto y en el que si hacia frío. No se cuanto tiempo estuvimos parados en la estación esperando que llegase el bus sustituto por que, como he dicho, estaba dormido, pero cuando sucedió me cague en la madre de todos los indios y de su deficiente sistema de trasporte por carretera. Un gruñido de cabreo con el que fui observado por buena parte del pasaje que no entendía el idioma con el que hablaba. Por suerte solo fue eso un gruñido de recién despertado, porque este país, salvado estas cositas, es un lugar que me tiene enamorado. Una vez en el autobús de reemplazo me dormí como pude envuelto en mi saco, ya que, como ya he dicho, el cierre de las ventanas estaban roto y hacia un frio de cojones.

Cuando se hizo de día paramos en un bar de carretera a desayunar. Despues, de nuevo en el bus, empecé a conversar con una familia india que se iba a pasar unos dias a Ahmebadad. La madre no hablaba, el padre se hacia el interesante y el chaval, el mas majo de todos, intento enseñarme ha hablar en hindi. Algo, que como es lógico, debido al deficiente estado en el se encontraba mi cabeza fue imposible. Con cuatro horas de retraso llegamos al destino.

En un principio había pensado en darle una oportunidad a Ahmebadad pero después de verla y recordar lo que sucedió en Jaipur la idea se fue rápidamente de la cabeza. Tras varias peleas con los de la agencia de viajes y con los conductores de los rickshaws conseguí mi último billete para llegar hasta donde ahora estoy Udaipur. Un viaje de otras seis horas, que también llego con retraso, ya que, como el autobús no se había llenado empezó a funcionar como un autobús local, lo que quiere decir que en la ciudad iba parado preguntado a la gente si se quería subir y también iba haciendo lo mismo por los pueblos del camino. Algo que me cabreo por el precio que había tenido que pagar yo, entupido giri, que bien me podía haber cogido directamente el bus local. Pero bueno, las ganas de llegar eran mayores que el cabreo y volviendo a pensar en euros por un instante para amortiguar la ira. Además justo antes de llegar, deseando fumarme un bidi vi como las conductores estaban fumando y me acerque a fumar con ellos. En ese instante fui testigo de como el conductor que estaba encargado de conducir el ultimo trayecto deseoso por llegar apuraba cada milímetro de la autopista de peaje adelantando a todos los vehículos que estaban en el camino mientras mascaba tabaco y conducía con una mano por que con la otra sujetaba el paquetillo donde estaba el tabaco. Toda una experiencia que finalizo feliz, en un buen hotel donde he conocido más gente con la que seguir intercambiando experiencias.