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(ricardo piglia)

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(pentti saarikoski)

jueves, 6 de enero de 2011

DELHI #5: Días en la nada.

En Delhi, mientras llega la persona que estoy esperando para recomenzar la marcha juntos sobre el camino, dejo que las horas pasen muertas. Poco me apetece salir a los centros turísticos ya vistos. Poco me apetece perderme entre la masa de esta hiperpoblada ciudad. Mientras tanto, más que nunca en estos dos meses de viaje, estos días de invierno me recuerdan a mi vida en Madrid: perder el tiempo entre la lectura, un intento por generar algún poema y la no atenta observación de un televisor que, más que nunca en toda mi vida, me resulta extraño y, en cierto modo, enemigo de mis propósitos. Sólo me falta la presencia del Gordo, esa masa de pelo color canela que tantas veces me obligó, y me obligará en un futuro, ha salir a la calle en busca de aire. Con todo, este tiempo muerto no llega a agobiarme como lo hizo antes, no ha llegado todavía la claustrofobia. Después de dos meses sin un hogar propio, se agradece un rincón en el que sentir lo más parecido a una casa.

Y entre juegos de palabras surgen poemas con la intención de anular el tiempo que tan lento transcurre. Poemas como este:

Escribir para calmar la conciencia.
Escribir para soportar el silencio.
Escribir para buscar apoyos sobre el abismo.
Escribir...
una huida hacia delante.
El silencio, esa calma que precede al vacío de la conciencia.

Y es que en tierras del Yoga y la meditación, por un momento, enfrenándome al silencioso vacío de la página en blanco sentí, por un pequeño puñado de segundos, lo más parecido a una ausencia de palabras en la conciencia.

Madre mía lo que hace el aburrimiento..