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jueves, 24 de febrero de 2011

PHNOM PENH #2: Batidos magicos.









Ayer, pasado el mal trago de la visita al museo nos dimos un paseo por el centro de la ciudad en pos de hacer un poco de turismo más clásico y amable a la vista, pero que tanto detestamos los que hemos formado este pequeño grupo. Para hacer la visita más divertida, Iñaki y yo, Nadia declino inteligentemente nuestra invitación, decidimos bebernos un happy shake de mango. Que, que es un happy shake? Fácil un batido de marihuana (¿te acuerdas paloma de los especial lassy de la India? pues lo mismo).

Lo malo de beberse estos batidos es que uno no sabe muy bien cuanto y cuando le va subir y le va hacer efecto. Depende de cada persona y del momento en que se encuentre, lo que hay comido, lo cansado que este y demás. Pues nada, a Iñaki el batido, y eso que bebió la mitad de lo que yo bebí, le tardo poco en subir. Al mismo tiempo que yo estaba escribiendo los post de ayer, el estaba pajareando en el bar de la guest house donde estamos durmiendo. Mientras escribía, yo permanecía como si nada y a él se le oía decir tonterías. Después de ese pajareo y que yo terminase de escribir, compartimos un poco de pajareo y nos fuimos los tres a comer a un restaurante india que hay en la misma calle donde esta la guest-house. Fue en ese momento, cuando termine de comer, cundo el batido mágico hizo su aparición estelar. Ansia de mi, como iba a compartir el batido con Iñaki, le dije a la camarera que hiciese un batido de los very happy, no uno simplemente happy. Pues eso, quien sepa de que van estas cosas se lo imaginara. Un globazo de los buenos, en los que emparanoiado, alucinando un poco con los ruidos y algunas otras cosas mas misteriosas, como estar convencido de que éramos cuatro y no tres (todavía tengo que encontrar al cuarto, jejejeje), y otras lindezas de este tipo, me pase buena parte de la tarde noche tirado en la cama flipandolo hasta que me quede dormido y hoy he despertado un poco espeso.

Más allá de estas cosas que algunos y alguna miraran con envidia, y otros miraran como una estupidez, la visita a Phnom Penh ha sido más agradable de lo que pensaba. En general los camboyanos son gente agradable y amistosa. Los comerciantes son un poco pesados con sus tiendas, del mismo modo que los conductores de tuc-tuc y los camellos, pero no son tan agobiantes como lo son los de la India. La ciudad, sin dejar de ser, con todo lo que conlleva, una capital de un estado. Pero esta poco poblada, unos dos millones o algo más de habitantes. Lo que la hace poco agobiante en comparación con otras capitales. El calor te destroza, mas si tienes una resaca de batido mágico, pero si no fuese por esto, por el calor, se podría caminar perfectamente por la ciudad. Lo único que hay que tener un poco de cuidado al cruzar algunas calles principales porque están invadidas de motoristas que no tienen mucho cuidado con lo que uno esta haciendo.

Esta ciudad, ya que Siem Reap, es la principal atracción turística de la ciudad, me recuerda un poco a lo que me gusto de la India. Gente sencilla y amistosa que trata de acercarse a ti para saber un poco de tu vida. Esto no llego a sucederme en Tailandia y aquí, en Phnom Penh, ya me ha sucedido varias veces. Se agradece esta cordialidad por parte de los locales, es una de las pocas maneras que hay de acercarse a ellos. Porque en muchos casos, si eres tu el que se acerca no se lo toman tan bien.

Sé que estos dos últimos post no están demasiado bien escritos. La culpa, principalmente del calor y, secundariamente de los efectos posteriores del batido que me tienen en una espesura... lo siento.

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