damos por asentado
los excesos lumínicos nocturnos
el consumo masivo de plásticos
el transporte privado
el ruido
la necesidad de la energía atómica
el pilotito rojo del televisor
el ordenador siempre encendido
la excesiva comunicación incomunicativa
los viajes en avión
el consumo diario de carne
los fastfood
la ropa de marca barata
los productos sintéticos
vivir en ciudades
dominguear en el campo
con nuestros plásticos y nuestros coches;
pensamos que no puede haber un mundo mejor,
que este es el mejor de los peores mundos posibles.
¿Hasta cuando?
Hasta que, como dijo un jefe mal llamado indio:
nos demos cuenta que
ni el dinero
ni el plástico
ni el humo de los coches y las fábricas
ni todo lo demás
se pueden comer.
Así somos,
así moriremos,
así
sin solución,
nos extinguiremos...
la vida por supuesto
seguirá.
