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(ricardo piglia)

HAGO MI FICCIÓN PARA QUE SEA CIERTA
(pentti saarikoski)

domingo, 6 de octubre de 2013

DOMINGO

Absorto en la lectura del Doctor Pasavento
salgo del metro y me dirijo a la Casa del Libro,
lo tengo calro, nada más entrar lo pregunto
y una chica sonriente 
me indica donde están los dos libros que he venido a comprar:
Visión desde el fondo del mar de Rafael Argullol
y Desafió a la Identidad de Paul Bowles.
En total cincuenta y tres euros. Una pasta.
Pero no me importa. El jueves es mi cumpleaños y algún regalo
me tengo que dar.
Feliz con mi compra, 
he seguido dando un paseo por las calles del centro. 
Por lo menos hacia seis meses que no caminaba 
por estas calles en domingo.
Y en seguida he sabido
porque he dejado de venir al centro:
la estupidez humana
a plena potencia: una masa consumidora que sólo es una.
Sintiéndome parte también de todo este circo,
dudando si yo con mi compra era igual que el resto,
tan estúpido como todos ellos,
tan robótico y artificial como todos ellos,
he decidido salir corriendo.
Mi carrera ha terminado en el Parrondo,
allí donde siempre aparece alguien
con quien tomar unas cañas.
En la barra estaba c. tan feliz y sonriente como siempre.
Un botellín, que luego han sido tres más un cortado,
mientras volvía al Doctor esperando 
que apareciese alguien.
Tras el cortado, cansado de que no viniese nadie
he ido a despertar a p. que, una vez más
había, sin ganas, trasnochado.
Con ella he compartido otras tres cañas y otro cortado
y, sobretodo, una cálida conversación que tanto necesitaba.
Pues p. y yo somos amigos desde la infancia
y con ella la conversación siempre tiene, aunque muchas veces
discrepemos, ese calor de la buena amistad
que tanto reconforta.
Después al volver al barrio, con la pila emotiva bien cargada,
he sacado al perro 
disfrutando de un bello atardecer en el promontorio.
Hacia más de un año que por allí no me acercaba.
Y ahora, ya de noche me he sentado a escribir este ¿poema?
Un ¿poema? que iba a ser otro, pues nada más levantarme 
lo tenía claro,
desde el principio ya creía saber cual iba a ser el primer verso.
Pero no ha podido ser. 
Los acontecimientos, lo sucedido, por anodino
ha cambiado ese ¿poema? que iba a ser
y ha hecho del él lo que ha terminado siendo.
El primer verso iba a ser: odio los domingos
e iba a estar encabezado por una frase de Vila-Matas 
que dice que Los domingos son una enfermedad moral.
Basta ya de fingir desesperación y oscuridad.
Todo puede ser como quieres que sea...