ESCRIBIR UN DIARIO NOS AYUDA A OLVIDAR LA ILUSIÓN DE TENER UNA VIDA PRIVADA
(ricardo piglia)

HAGO MI FICCIÓN PARA QUE SEA CIERTA
(pentti saarikoski)

lunes, 23 de enero de 2017

EXPROPIACIONES #3

Recuerdo una vez en invierno. Estaba por Lavapiés, era jueves y había salido a tomar algo con unos amigos. Como siempre no teníamos dinero y nos conformábamos con estar en la calle bebiendo las latas de cerveza a un euro que venden los denominados lateros. La mayoría de ellos en esta zona de Madrid suelen ser de Bangladesh. En estas estábamos sentados, mis amigos y yo, en uno de los bancos de la calle Argumosa viendo pasar la vida. La gente pasaba rápidamente, apresurados por el frío. Los lateros abundaban y apenas vendían nada. Uno de ellos, después de vendernos cinco cervezas por tres euros, se sentó con nosotros y trato de comunicarse. Nos conto su viaje desde Bangladesh hasta España. Un viaje de dos años, atravesando fronteras por India, Pakistán, varios países de oriente medio, el norte de África y de ahí en patera hasta Almería. Un viaje de sólo ida por el que cualquier mochilero europeo sueña con hacer. Su sueño era distinto, un sueño de supervivencia, de hambre. Su sueño no era el viaje, ni el trayecto, ni la experiencia acomodada del mismo. Su sueño era el destino, el viaje es ceniza dispersa, nosotros somos sólo ida. Un destino imaginado que le mostró una cara distinta de la que ya no puede escapar. Solo ida, el ya no puede regresar. Yo acaba de llegar de un viaje de seis meses por India y el sudeste asiático y me sentí estúpido.

Qué distinto. Nosotros y ellos. Nuestros viajes los suyos. Nuestra hambre de la suya: no me basta el mañana, yo quiero toda la vida. Tan agobiados estamos de todo que cuanta más vida queda, más tiempo hay pendiente. Siempre tan pequeños, bípedo sin alas, tan espantado a muerte de la muerte, agobiados por las exigencias del calendario, un cuadro abstracto, el tiempo convertido en un suplemento, porque así son las cosas y nosotros más pequeños que ellas. Pero algunos lo saben, la rareza se aparta de la costumbre, son los solitarios que se conocen rápidamente. Los que entienden a los otros. Los que saben de las proezas anónimas que nadie cuenta, que se guardan en un recuerdo: para que vivir lo ya vivido y decir lo que ya ha dicho.